Así comienza una canción, así comienza esta historia.
—Daría demasiadas cosas por haber nacido una semana antes —me dice y golpea la pared, nervioso, inquieto, no deja de caminar, de acá para allá prende cigarrillos que los consume en segundos, grita:
—Tan solo eso, una semana antes.
Actúa como si tuviera vergüenza, sigue vacilando en voz baja, “el tiempo no fue exacto, la luna no espero, el sol se apago, el tiempo nos mato. ¿Fue el destino?” me pregunta, ni alcanzo a decir algo que se auto responde, “sí, le echo la culpa al puto destino, necesito compartir la angustia con algo, solo no puedo mas, ni las palabras, ni las cosas, ni la plata, nada, absolutamente nada me alcanza, jamás viví esto, jamás sentí esto, no sé, si es bueno o malo, no sé si me conviene o sino me conviene, ¿Podré volver a confiar en el destino? Si ya me cago una vez, ¿Por qué no otra vez ?”.
Y así se fueron, Adiós, se dijeron Adiós, todavía no entiendo porque no se dijeron hasta luego, de esa forma podrían volver, si los dos tomaran como pacto lo dicho, ese hasta luego, al poco tiempo, volverían a estar juntos. Pero la vida es tan impredecible y dañina que prefiere verlos sufrir.
Él sigue piloteando algo que va en picada, con la esperanza de subir, de estar estable nuevamente, así sigue, mirando para adelante, mirando la profundidad del océano, es un viaje que no termina, nunca termina de caer, ya no aguanta mas, quiere saber si se va a salvar o no… es desesperante verlo así.
Solo se conforma con poner play y repetir en su cabeza la siguiente frase, de la forma en que me lo dice, la tiene muy presente me la dice de memoria, como si me estuviera diciendo un simple “hola”, todo lo relaciona con eso… me la dice como un consejo, “Saber, es escuchar, palabras a tiempo, que no se dicen…”. Jamás volvió a decir Adiós, tiene miedo que algún día, le pase lo mismo que le paso con vos.
Archivado en: Los hombres también lloran
Maravilloso! Te felicito por todos tus escritos! Me vuelvo repetitiva, lo sé pero me encata como escribis y lo que contas.
Exitos