Los divorcios siempre son dolorosos y más aun cuando se trata de un familiar tan directo, como lo es un hermano.
Actualmente vivo en esta misma casa y todavía me puedo ver jugar con mi hermano en mi ex pieza de madera. Todavía me veo tirado en la cama y el arriba mío golpeándome, pegándome mientras yo trato de cubrirme al grito de “Paaaaaaaaaaa”.
Son recuerdos tan intactos que jamás voy a olvidar.
Una casa mixta: mitad de cemento y mitad de madera. De a poco se fue ampliando, tanto en habitaciones como en grupo familiar.
Y esos instantes fueron sin duda una de las mejores cosas que viví en mi vida. Compartir la habitación con mi hermano.
A pesar de que ambos soñábamos con tener cada uno su habitación.
Él es tres años más grande que yo. Una diferencia de edad que se notó a mis quince años, cuando él pidió una habitación aparte.
¿Cómo podría pedir una habitación aparte? ¿Sólo? ¿Abandonarme a mí, de un día para el otro?. A esa edad uno no comprende que su hermano es más grande, y que ya necesita su privacidad: llevar a su novia, charlar con amigos, fumar un cigarrillo a escondidas. Eso uno no lo entiende, sólo lo imagina a él en una habitación, sin nada, triste, aburrido. Pero paradójicamente, eso nunca sucedió. Jamás estuvo solo y triste. Al contrario, él era feliz.
Y todo transcurrió cuando nació mi hermana. Nuestro hogar, nuestro refugio lleno de pósteres, nuestra infancia iba a ser expropiada por ella.
Con tan solo tres meses de anticipación, ellos —mis padres— pretendían que nosotros nos fuéramos de ahí. Pensaban construir otra habitación atrás.
Fueron tres meses de luto, en donde no zumbaba una mosca. Mi hermano no protestó, por que él sabía que de ahí algún día nos íbamos a tener que ir. Yo me sentía pésimo, amargado. El solo hecho de pasar cuando volvía del colegio por mi pieza y ver al armario repleto de soldaditos… ¿A dónde irían mis soldaditos? ¿Cómo se le explica a un soldadito que toda su tropa tiene que retirarse del campo de batalla porque una mujer más chica que nosotros —mucho más chica— vendría al mundo para rajarnos de nuestro lugar?
Fue duro, pero aún más duro fue la separación con mi hermano, aquel que disfrutaba verme llorar, que me revoleaba las zapatillas solo para buscar roña, para divertirse.
Al lado de la puerta de mi ex pieza, todavía se puede ver un póster pegado a la fuerza en una ubicación que nadie elegiría.
No tuve opción. Luego de discutir con mis padres por su decisión de sacarnos de ahí, fue tanta la ira que motivo un derechazo al lado de la puerta. No sé si fue mala suerte o el destino pero mi pie se clavo en la madera y por ende, la rompí.
Sentí el grito de mi viejo, y los pasos, cada vez más fuertes y rápidos. En unos instantes ya estaría por ver el agujero en la pared, ya estaría sacándose el cinto.
Prácticamente ya estaba llorando cuando lo vi ahí, un póster de un mono con la camiseta de Boca. Lo pegué como pude y mi viejo asomo la cabeza:
— ¿Qué golpe, pá? —y puse mi mejor cara de boludo.
—Ese, vino de acá, se movió toda la pared —se explico un poco más y me dio tiempo para pensar en que decirle.
—Ah... me caí. —le dije con la voz tomada y completamente bordó.
—Claro, te caíste. —respondió, como diciendo “Y yo soy Madona”.
— ¿Qué haces Cristian? ¿Cómo vas a poner el póster ahí? —preguntó, adjuntándole una cagada a pedos subliminal…
—Sí, es un buen lugar. —dije mostrando un cierto interés.
—Está al lado de la puerta, a veinte centímetros del piso, ¿te parece un buen lugar? —dijo en un tono sarcástico.
—Dame que te lo pego allá. —y señalo la pared de enfrente, bien arriba.
—No, lo quiero acá. —respondí.
—Dale no seas orgulloso, dame que yo lo cuelgo. —y trato de sacármelo, mientras yo imploraba a todos los dioses que no mire la pared.
—NO, DIJE QUE LO QUIERO ACÁ —se lo saqué y lo pegué en la pared.
—Ok, como quieras —dijo eso y se fue. Recién ahí pude respirar.
Y nació mi hermana. Y mi habitación de un día para el otro fue pintada de rosa, con cortinas de Minnie.
Nunca más abrí la caja con los soldaditos. Jamás volví a mirar el cielo por esa ventana.
Pasó el tiempo y mi hermano creció, mucho más, y se marchó de mi casa.
Al marcharse no solo se fue él físicamente, también se llevó una parte de mi vida.
Y me vi solo en un espacio nuevo a estrenar, algo que siempre había soñado, con la diferencia que ya no lo compartiría con él. ¿Para qué quiero tanto espacio? ¿Para qué quiero una televisión para mi solo?
Lo extrañaba, extrañaba sus piñas, sus patadas, sus risas, su humor desagradable. Pero lo que más extrañaba era que me putee para que baje la televisión, que no me deje usar sus medias, que me pegue por las dudas, por si en algún momento se me pasaba por la cabeza tocar sus cosas.
Y se fue, y no volvió nunca más. Y cuando paso por mi ex habitación, todavía me veo jugando a las peleas con él. Todavía imagino las dos camas y el silencio del anochecer.
Porque nunca teníamos diálogos a no ser que el tema del que habláramos le gustara a él. Pero no compartíamos los mismos gustos. Sólo uno: Los Redonditos de Ricota.
Nunca me habló de alguna novia, jamás.
“Tengo sueño” y “No me rompas las pelotas” eran sus respuestas instantáneas para finalizar cualquier conversación, sea de la índole que sea.
Y se fue y de pronto mi habitación poseía dos camas para mí. El paraíso, pero sin él. Ya no valía la pena tener dos camas.
Se extraña, se extraña ser chico, se extraña muchísimo, es muy cruel la vida.
Y siempre que viene a visitarnos, espero que me diga “Hoy me quedo a dormir con vos, en nuestra habitación”.
Y esa misma sensación de tristeza me revuelve el estomago, divorciarme de él me produce una nostalgia asesina, su forma de llamarme —“Corky”— solo para hacerme engranar, su voz enojada, su piña por venir y todas esas cosas son privilegios que me llevaré a la tumba.
Son pequeñas cosas que sólo algunos elegidos pueden llegar a sentir.
Y por momentos los soldaditos me miran y el capitán se me acerca con su rifle solo para decirme “Cuando quiera marchar, la tropa esta dispuesta a morir por usted, señor”.
(Desde el Arrabal la taquera Lola, corrige y revisa los horrores ortográficos de este texto)
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Simplemente mi gran amigo... es verdad... como cambia la vida... Hoy no dudes de nosotros que con mucha modestia sin querer invadir... Estamos dispuestos a morir por vos.
bonita historia, cristian y contada de un modo muy tierno... yo no tengo hermanos... mi infancia fue de mucha soledad... y cuando leo cosas así siento todo lo que me he perdido.
bicos,
Aldabra
Cómo cambia la vida, Corky, es verdad. Yo duermo con mi hermana y ronca muy feo.
Me mataste con lo del monito de Boca, jajaja.
Cuídate boludo de madres :)
Jajajaja me mato el : "qe golpe pa?"jajajaj
es verdad, mi historia es similar a la tuya, pero yo vengo a ser tu hermana, porqe soi 10 y 9 años mas chica q mis hermanos, vine a descuageringarle la vida a eellos, a ocupar mas lugar en la habitacion d mi hermana, a sacarle la ropa, a vivir pegada a ellos y q me tuvieran q llevar a donde iban,a ser el estigma d mi hermano por tener qe cuidarme d los amigos jajaj y cada pelea q teniamos yo le rogaba a dios qe se casen y se vayan pronto porqe sino ya me veia en mujeres asesinas jajaja y ahora qe cada uno hizo su vida, qe los tengo lejos, no hay un rato del dia en qe no extrañe todo lo vivido, las cagadas a palo, tanto nuestras como las d mi mama para con nosotros por romper cosas de la casa, por agarrarnos d los pelos y no poder soltarnos, y obviamente por todo lo bueno qe compartimos juntos! me acuerdo d un poster de EDGAR de Volcan, de Michel Brown de Jugate conmigo, de Hernan Caire pegados en toda la maldita pieza gracias a mi hermana,y ahora ya tienen como 40 años cada uno jajajajj qe recuerdos dios, tengo 18 años y parece qe me pinto el viejazo..jajaj me inspire bastante, suelo ser un poco collar? y como no serlo si cada cosa qe escribis e hace pensar, reflexionar, y da placer dejarte algo para qe veas y sepas, qe aca esta tu monis qe lee todas las hermosuras qe haces. te qiero mucho monamur!! maagui
Juanititis: Todavía existe gente por la cual no dudaría en morir. Un saludo hermano, gracias por animarte a comentar.
aldabra: Sin dudas, son diferentes vidas, todo cambia, vos habrás vivido cosas que yo jamas viví y viceversa.
Un saludo, gracias por el comentario.
M: jaja si vieras ese póster, muy retro, un simio feo, con una camiseta pintada, demasiado bizarro para mi gusto. Igualmente le tengo mucho respeto, sin saberlo y obligado a un lugar en que nadie lo vea, se ofreció para salvar mi pellejo. Un beso mexicanotas de madres.
maguii: ¡18 años! si no me lo decís no lo creo, como pasa el tiempo. No sos collar, al contrario me alegra que comentes y que te guste cada cosa que hago. Un besote monamur y que siempre sigas así, iluminada y autentica.