Tirado en el piso, te pide una mano, abraza el polvo, y se ahoga en el piso, se funde en el paco.
Se muere tendido, descansa pacifico, y vos ahí parado, no salís de tu asombro, te vas, corres, huís, por que no sabes lo que es recibir una ayuda. Un cacho de voz, un poco de oxigeno.
Limpito, lo obvias, le escupís en la cara, le reflejas su desgracia con tu reloj nuevito, que marca las horas que le quedan y él ahí, cayendo y cayendo, contaminando sus sueños, fingiendo estar vivo, rodeado de monedas, monedas, comestibles monedas. Fumables monedas, aspirables monedas ocultas en sus dedos, sus dedos que no suman solo restan sus dedos quemados de tucas caseras, de sueños caseros, de trajes de ensueños.
Mirando sin mirar, lo pasas por alto, te acostumbraste a girar para ver un culito, a caminar más rápido para mirar de reojo un escote, pero la bolsa de mugre no la levantas.
Son bolsas de mugre con ilusiones podridas, con mentes usadas, con flores cancinas, que destilan perfume, que escapan de un buzo recién afanado, son flores que buscan salir de su alma.
Hablamos, no hacemos, simulamos ser héroes que vivimos en la calle, y de pronto te encuentro durmiendo calentinto, que tenemos un poco de educación robada, egoístas, excluidos en una burbuja de deseos ajenos, de envidia maligna, de corazones con dueños.
Queremos el todo y no la nada, ellos tan solo quieren un poco y hasta se conforman con nada. Conformismo inentendible, que reavivan sus ansias por volar un poco. Por ir allá a lo lejos, donde la vida se vive, donde los sueños no existen.
Acá nos quedamos mirando de nuevo, observando como en el cine una película en la que no se puede modificar el guión, somos espectadores de su vida, los vemos ahí, los vemos allá, pero nadie se anima a tocar.
Sin pausa y con prisa me vuelvo a escapar, me alejo de vos, te miro de lejos, me das miedo, querido monstruo, yo no soy como vos, pero vos si sos como yo.
Me atrevo a decirte, que no sos culpable, tan solo un juguete de un nene mimado, de hombre maduro, de un tipo cordial, de fácil palabra, de camisa y corbata, de traje de marca, de autos lujosos.
Vomito esto ahora, necesito decirlo, te pido perdón, mírame ahora que no tengo careta, sentí mis palabras, mi aliento sincero, mi cara de bobo, mi cuerpo de imbécil, sentí mis plegarias de un tipo que intenta despertarse, sin hacer nada, como somos todos los que optamos por hablar, por callar la verdad, la verdad que duele, la verdad que miente, la que te oculta tu lastima, la que nunca te dará un pedazo de pan.
Te deseo una muerte en paz mi negro, mi negro de mierda, mi negro cabeza, mi negro odiado, mi negro asesino, mi negro vidriera.
Te lo dice otro negro, otro negro de mierda.
Archivado en: Pie Izquierdo
Triste pero ciertoo..
Creo q no aii mas palabras, ii esto no lo puedo tomar con demaciado humor como otros..
Un beso Cristian!
extrañamente profundo mi querido autor de cosas banales, extrañamente cierto, extrañamente real, extrañamente verdad.
Sigo navegando en busca de tesoros y comentando de manera "atrasada". Estoy devorando tus escritos(mmmmm creo q voy a engordar jajaja)
Me gustó descubrir esta arista tuya.
¿Por qué la verdad resulta extraña? Si está ante nuestras narices, si no puede negarse. ¿Por qué nos entristece, nos deja perplejos y sin habla?
Siempre es bueno decir, tal vez, es ya una forma de hacer... aunque(robándole letra a la Negra Sosa), escribamos sobre un destino que apenas podemos tocar. (María Natalia)