Todo el día tirada ahí en la cama, borracha, con un vodka de Cortázar, que te ilumina y te hace sentir viva. Que al leerlo, lo escuchas en tu oído, relatándote la hermosa y dulce mentira que te cautiva en los días de plaza sin sol, de oxigeno compartido, de esos “dicen” (mentiras tan verdaderas).
Con el pulóver verde gastado, con olor a lluvia, tu pollera de jean, las medias de red negra, las sandalias con el moñito rojo, y esos ojos bien delineados con violeta, con tu pelo tan típico y tan común en vos. Los gatos dueños de tu casa, testigos de tus mañanas con resaca, de tus tardes de aburrimiento suicida.
De las peleas por teléfono, del sueño no encontrado, de las noches compuestas de llantos y berrinches.
Todo se llena de humo (inclusive tu piel, ya manchada), todo se silencia, pero el silencio es perturbador, como si un grillo se metiera en tus sesos y no dejara de sonar.
Las corridas, las fotos en blanco y negro, el té, la pasión por la sangre, los colores intensos, el almohadón en el piso, los libros en la repisa. Mis sueños en tus oídos, todo aumenta hasta explotar.
Así comenzaba a quererte, esa sensación de conocerte, de alejarme de vos. Cada día que sentía tu querer, yo me alejaba, una fuerza extraña me impedía verte como antes.
Yo que no puedo salir de mi encierro idiota y vos acá, sola, buscando un lugar en el mundo, mil veces me dije a mí mismo, me pregunté ¿qué diablos hacías acá?
Que más daba, total ibas a salir sola, siempre hacías lo mismo, esa maldita necesidad de ser observada por cualquier persona, ese gusto extraño de la belleza interior, “la locura constante que nos hacia auténticos”, y tus visitas a los hospitales.
Los dolores ficticios, los deseos ajenos, el querer robar libros a toda hora, no saber distinguir entre la basura y el objeto en si, con función y uso. Todo sirve, y guardabas en la cartera.
Tu explicación naif, ese concepto del mundo sin mí, “y…el mundo —me decías— el mundo es muy chico para la cantidad de almas que habitan en el… es… como cuando entras al bar, pedís un vaso de vodka y el tipo te mira mal… o al menos yo lo siento así, me defraudaron los bares de Junín, será por eso que me vine a la ciudad, quizás…”
Y siempre igual, buscándote en cada madrugada, desafiando mi debilidad a la luna, al empedrado mojado, tratando de verte ahí, en ese bar, en esa esquina solitaria.
Cuando recobre valor, y mi vida sea nuevamente mi vida, sin impurezas, te cambiaré el vodka por el café.
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Gracias!
Q cosa noo, oii recien me pusee a leer esto, justito esta lloviendo ii no se por qq, pero lo q leo ii la lluvia pegan perfectoo, se complementan re bien, ..O yo eestoii loca, eso tmb puede ser.
Puck: A vos. Salud!
PiCcO: jaja quizás todo puede ser. Gracias por el comentario, saluditos, que ande todo más que bien.