Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

Vuelvo a los diecisiete años, vuelvo a la puerta de una casa donde con el Caio nos tomamos un Marcela símil Gancia de dos pesos con cincuenta.
Vuelvo, al Marcela caliente, y a la mirada cómplice de ambos, a estar escondidos de la policía, a la fuga del cumpleaños, a la mentira del quiosco, a caretear la entrada para entrar al boliche.
Volvemos a destruir el hígado inconscientemente. Queremos volver a sentir la sensación del vómito a la mañana, queremos olvidar que somos dos privilegiados, que no nos falta nada y que al mismo tiempo queremos y nos falta todo.
Estamos ahí, en esa casa que no sabemos de quien es, hablando en vos baja porque hay una ventana. Pensamos huir, queremos ir a Asia a bailar, a seguir tomando alcohol, porque es lo único que nos hace feliz, somos jóvenes, queremos emborracharnos, queremos salir un poco de la claustrofobia de no tener responsabilidades y alejarnos de esa presión por morir.
Ya nos vamos, estamos terminando el Marcela, ya nos pego y nos reímos, nos reímos del foco de luz que no deja de moverse estando quieto. Caminamos lento cruzando de calle a calle, nos sentimos inmortales, el viento no nos pega ni medio, y la alegría es enorme, incontenible, agigantada.

Ya en la puerta del boliche, nos juntamos todos, ellos no entienden por qué nos reímos y por qué nos alejamos de los demás. Entramos y las luces nos dejan ciego, sonreímos y entramos bailando, somos los dueños del boliche.
Lo pierdo al Caio, lo pierdo al instante en el que entramos, en una jugada de trensito cumbiero al canto de “De pronto canto, será porque te amo”. No logro divisarlo entre tantos Caios, porque para mí son todos Caios.
Me acerco a la barra y le pido un “Siete Colores” al barman, es una bebida compuesta por licores espesos de diferentes colores, y un chorrito de vodka y dos hielos.
Lo tomo y lo comparto, es demasiado feo pero en apariencia es hermoso, es un arcoíris, un portal que solo se abre con ese trago a las cuatro de la mañana. Siento que el trago me llama y me dice al oído bésame, es muy seductor.
Subo al segundo piso y lo veo a él con una mina sentados en los sillones negros, los famosos reservados, me le cago de risa y le digo que se venga conmigo, que abajo está toda la fiesta, le miento, le digo que las minas se regalan, llego hasta el punto de insultar a la mina que esta con él, y me sigo riendo, él me dice que me calme, que afloje un poco, que recién la conoció. Ella me habla bien, está sobria, promete presentarme a una amiga.
Cumplió con lo pactado, ahora estamos los cuatros en el sillón, el Caio le da un beso a la mina y yo la miro a la amiga, le confieso que estoy un poco borracho, ella se ríe, y me dice que no le importa, que tiene novio y que esta en el boliche. Me sonrío y me pongo estúpido, intento decirle que quizás yo la quiero un poco más que el novio. Vos no sabes nada, me responde, rápido, porque cuando estoy con alcohol me desinhibo y soy rápido, le digo que se fije quien está con ella en este momento, que yo ni loco la dejaría sola.
Ella se pone mal, lo veo en sus ojos, señalo a Caio y le digo, ves, eso es amor. Amor pasajero, amor del mejor. Le encajo un beso, me empuja, me aleja, pero le gusta, reconozco que le gusta, porque ya no ejerce la fuerza de antes, está más dócil, entregada.
Vámonos de acá, susurro al oído, estás loco me responde, yo me voy y si queres seguime.
Lo cierto es que no me siguió ni con la mirada. Me fui solo caminando a casa, el viaje es corto, son pocas cuadras, entro a casa y me acuesto, me zambullo a la cama. Todo da vueltas, yo doy vueltas, ella da vueltas en mi cabeza.
Al otro día lo llamo al Caio, me dijo que no se la pudo garchar, pero que le toco una teta. Brindamos por eso, garchar no existía a esa edad.
La felicidad era un Marcela caliente, tirados en la puerta de una casa desconocida.
Nuestro tiempo cambio, ahora la felicidad rige de amores verdaderos, y todos nuestros afectos comienzan a despedirse.
Es duro ser grande, pero es más duro, no poder tocar una teta en un boliche a los diecisiete años.

5 Comentarios:

# Anónimo dijo...

Siempre mejorándote, post a post.
Acá, el Javi, jodiéndote con la gramática y la ortografía (ojo, mejoró a pasos agigantados).

"Ya en la puerta del boliche, nos juntamos todos, ellos no entienden porque nos reímos y porque nos alejamos de los demás."

Ambos "porques" se escriben "por qué".

Pero que me gustó, me gustó. :)

Aioz.-

# Cristian Sena dijo...

ircopcito: Gracias y gracias. Ya lo arreglé. Abrazote y gracias nuevamente.

# Unknown dijo...

Es un relato muy lindo, siempre tan genial usted!
Andaba necesitaando leerlo.
Exitos Cristian!
Saludos.
Muchacha de Bernal.

# Cristian Sena dijo...

Tierra: Un saludo grande y gracias Muchacha de Bernal, se me cuida, y disfrute del veranito.

# BERTITO dijo...

MUY BUENA ONDA..VIVIA EL CAIO PAPA!! TIENE PINTA COMO QUE AHORA NO TOCA UNA TETA COMO HACE DOS AÑOS..! SALUD GENIO, BRINDEMOS CON SATANAS.! PERO APAGALO ANTES LLAMARADA MOE! ME TRAJISTE TRES MIL RECUERDOS...!

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