Con un átomo tuyo la foto es perfecta. Y todavía seguís pensando en la tontería de que la gente desaparece al doblar la esquina, y me queres hacer creer que eso es cierto. Me contás con total excitación que cuando muere una persona que no la reclama nadie... Ella toma un trago de cerveza largo, cierra los ojos para tragarlo y se le ponen vidriosos, (supongo que será el gas aunque ya tiene poco) y con una acentuada falta de aire que le hace acortar las palabras, me sigue contando que ese es el ejemplo exacto de una persona que vivió solo un día. Que doblo una esquina, que no existe más, que desapareció.
Y me aclara, que la desaparición no es física, sino del alma, que tuvo que venir hacer algún tramite, a cumplir una promesa, a cerrar una historia, no sé, y me vuelve a mostrar los dientes aclarándome lo de la desaparición física, entre risas dice que ella no esta tan loca como para pensar que los cuerpos desaparecen así porque sí. Y yo me enamoro de ella un poco más, a cada rato.
Sinceramente muchas veces yo quise que ella fuese una persona de un día, pero eso no importa porque eso no existe. Teníamos sed todas las noches, arrancábamos con una cerveza tibia como para calentar la garganta y nos incendiábamos con Whisky y rock and roll. Todo un desafío intentar dormir. Nos abrazábamos fuerte, (Muchas veces al inodoro) y cuando llovía, aún más, porque los truenos nos hacían saltar del colchón, siempre esa loca fantasía de que el techo se nos cayera encima, entonces corríamos el colchón debajo del marco de alguna puerta, yo sentía toda tu fuerza apretando mis brazos.
La paz de la luz en tu vientre y la calidez del sol, gigante, coleccionista de suspiros.
Éramos dos extraños no afectados por Los Simpsons, de los que piensan que el mundo necesita una segunda oportunidad que nadie nunca se la dará. Por qué es así.
Y tus labios, y tu piel, color durazno, mi nena salida de una fotografía analógica.
Lo que ella nunca logro entender fueron mis llantos de madrugada, cuando solía estar borracho tirado en el baño, solo me bastaba con ver una foto y pensar que nada se congela en el tiempo, que todos tenemos un reloj interno, un terrorista en la sangre. Y en ese instante mi mundo se caía a pedazos.
Y ahora tengo un problema en la cabeza, que no lo podes solucionar vos, y créeme que el problema es un poco grave, no sé en realidad si es un problema, es más bien, algo que puede llegar a dañar a otra persona, pero que le vamos hacer, my lady, siempre pasaran estas cosas, no se puede optar por una decisión sin dañar a alguien, cuando creemos que no estamos dañando a nadie, en realidad, nos perjudicamos a nosotros mismos. Porque somos la maravilla de la naturaleza. Y vos, muñeca, sos la reina.
Son cosas así, bocados de amor instantáneo, a quien no le paso eso de enamorarse a simple vista de una persona y ver como se aleja, como sigue su rumbo sin serle uno correspondido, y esas son cosas que me dañan. Hasta que dobla la esquina, ahí mi pulso se acelera y es una adrenalina especial que siento, las mil voces en mi odio, las despedidas, los te amo, la puta sensación de no saber si esa persona ya habrá desaparecido o si todavía estará ahí.
Y al cambiar de cuadra nace una nueva búsqueda frenética, olvidando todo lo anterior en el acto.
Siempre fueron mejores las fotos instantáneas.
Archivado en: Los hombres también lloran
qué lindo escribis