Y nos decíamos la verdad, solo en una ocasión, solo en un momento, cuando estábamos debajo de la sabana, justo ahí cubiertos de oscuridad y calor, nos decíamos cuanto nos amábamos.
Desabrocharte el corpiño, con la inutilidad que me caracteriza, que vos me halagues al oído, que hoy sienta tu falta, yo que jamás quise quererte, por el miedo estúpido de llegar a necesitarte de día, de noche, de mañana, a media tarde, adorarte con pedazos de mí vida, fragmentar mis momentos más lindos pensando en que vos tendrías que estar a mi lado compartiéndolos conmigo.
El egoísmo despreciable de haberme enamorado y quererte solamente para mí, fue lo que hoy nos separó para siempre. Te aturdí de palabras llenas de amor, te ahogue con mi oxigeno de sal.
Todo el tiempo roto.
Deseaba con toda mi alma, que vos me rompas el corazón, me enojaba día a día porque no podía llegar a entender como una persona puede morir sin vivir un amor intenso. Y ahora comprendo ¿Para qué arriesgar?
Comparabas la música francesa con la nuestra cuando te emborrachabas y me decías que todo había cambiado, que ya no se escriben canciones para escuchar en días de lluvia que ahora son todas para los recitales. Se que esto es algo irrelevante para mi vida, pero es una prueba de que me acuerdo de todas nuestras charlas, tengan o no tengan relevancia.
Y como pétalos se iban cayendo mis días, con la tristeza camuflada de nostalgia, y los sueños implorando un beso en forma de palabra, algún llamado, alguna noticia, o al menos la despedida que nos debemos.
Como caídos del sueño, como desahuciados, deshonrados por algo llamado amor, que no mata, pero envenena.
Y siempre el pensamiento de que con el paso de los días, nadie, se acordara de nosotros, de mí, de vos, de nada. Porque la vida se trata de eso, de saber olvidar.
Que tengas una buena vida, linda, lindísima.
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Me genera culpa irme tan descaradamente, y volver del mismo modo. Yo siempre vuelvo Mosca... siempre vuelvo. Y vos gracias al cielo no te vas, y seguís escribiendo mágicamente como pocos...
Ahora agarrate, empiezo a desparramar emociones en todos aquellos escritos que tengo atrasados tan injustamente.
Saludos de oso al señor te cortaría.
rro.
rro.: Usted siempre esta. Quédese tranquila, toda ausencia, mientras haga bien, es aceptada y compartida.
No le voy a negar que se la extraña.
Un abrazo de oso, y se me cuida, no me tome frío.
Hasta la próxima.