Odio los encendedores, nunca encienden. Apago la luz de la cocina para intentar concentrarme, sí, tengo la computadora enfrente a la cocina. Es triste, pero real. El ventilador es una hélice gigante de un helicóptero herido, tuc tuc tuc tuc tuc. Pienso que algún día se va caer y me va a rebanar la cabeza. Y será la muerte más inútil, pero la menos dolorosa.
Hoy te ví feliz, lo recuerdo porque estas lejos, allá con él, merecedor de tu gracia. Yo sigo acá, como un perro guardián al que se le murió el dueño.
Vi tu foto, soy un tanto más masoquista en la oscuridad, disfruto eso, como también del vino. Tendría que hacer más ejercicio pero me conformo con prender un cigarrillo. Todos mis encendedores no andan o tienen piernas y se van. Huyen. Será una señal, es una lástima que ya no crea en ellas. La última me humillo frente a vos, todavía lo recuerdo un día de lluvia... no lo volveré a contar.
Te fuiste con tu culo, tus tetas, tus ojos, tus piernas. Todo tu cuerpo se evaporo frente a mí. Me decías que estabas distraída, que no tenia sentido vivir así. Yo asentí, y me paralice.
Te extraño a veces, en realidad extraño mucho al cactus en la maceta diminuta. No era un puto cactus era una demostración de amor, para que veas lo difícil que era decirte te quiero.
Jamás te diste cuenta, ya debe estar muerto, aunque sobreviven muchísimo tiempo.
No me gustaría volver a verte ya vieja, más grande, más gorda, más grande, más gorda y así. Pero quédate tranquila a mí me pasa exactamente lo mismo. Aunque quizás más frío, más distante, más petrificado, imposibilitado a decir te quiero nuevamente, y a tener esa maldita sensación de la importancia de la palabra.
Quisiera irme a París o a Valdivia, quisiera vivir en una película con final feliz.
Pero no, me conformo con un vino tinto, y una lapicera y una libretita y una foto, o un cuento de Julio.
Aprendí a conformarme con poco, ya ves, es difícil a esta edad apuntar a algo más grande. Y más en la situación en la que uno se encuentra. Y más cuando la ciudad te aplasta.
Pero soy feliz, aunque no lo creas. Soy feliz imaginando vidas de personas que nunca conocí, ni conoceré. Como te imagino a vos.
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